martes, 11 de octubre de 2011

El recuerdo de Alberto Medina

MI RECUERDO…….




Una vez que nos podemos alejar física y temporalmente del marco de las JMJ para observar todo con una mayor amplitud que enriquezca la perspectiva del conjunto se me hace difícil poder extraer de mi memoria un único elemento que describiera esta experiencia sin precedentes. El traslado y llegada al Paseo Recoletos, el Vía Crucis con su Santidad o incluso el tardío regreso por el Madrid más castizo podría servir de instantánea que lo recapitulara, pero aún haciendo el esfuerzo no consigo encajarlo como el resumen de la peregrinación.



Posiblemente esta carencia de síntesis iconográfica no sea perjudicial ni contraproducente. Al contrario, puede ser un hecho positivo que, mientras pienso en estas líneas, necesitemos algo más que instantáneas de la satisfacción más inmediata para proporcionar una mayor robustez al mensaje que hemos aportado como Hermandad durante el mes de Agosto.



Y precisamente este mensaje es el que de una forma etérea deba ser la referencia de nuestra ardua aventura en Madrid. ¿Por qué? Porque desde la más fiel convicción de miembro activo en el seno de nuestra Iglesia, la sacramental de Jesús Despojado supo transmitir una serie de valores sociales y fraternos que sin duda debe ser referencia en el siglo XXI. Durante nuestra larga de semana de estancia en la Real Colegiata de San Isidro pudimos contemplar que nuestro potencial como instrumento calaba profundamente entre los peregrinos y madrileños que inundaban la amplía nave de la antigua Catedral de Madrid. Sin más aspavientos que el prestarnos como emisarios de las peticiones depositadas frente al paso de Misterio, más de 3000 personas legaron sus ansiedades y anhelos en una humilde caja de taracea con la única pretensión de estar a los pies de nuestro Titular cuando su Santidad recorriese en Papamóvil los escasos metros del Despojo de Jesús en la tarde del día 19. Este puente de Fe que comunicaba la ilusión de esas miles de personas es lo básico de nuestro compromiso y que debe ser reflejo de nuestro papel como mediador entre Cristo y su Iglesia. Este papel que no buscaba el afán protagonista dentro de las JMJ es el que realmente desempeñamos y del que especialmente me siento orgulloso, ratificándome interiormente como miembro de esta corporación. A pesar de los intensos días, la realidad que tal vez podemos extraer de la presencia de la hermandad de Jesús Despojado en Madrid fue la de llevar Esperanza a todos cuantos de una forma u otra se acercaron a nuestro Titular porque interiormente percibieron algo que les empujaba a hacerlo.



 
Pero por otro lado, no podemos caer en la autocomplacencia y pensar que todos los congregados durante esas tardes se sintieron atraídos por una abstracta necesidad. No debemos renegar de nuestra condición y admitir que un componente determinante a la hora transmitir este mensaje por parte de las hermandades es la belleza estética. Este hecho es sin duda en potente elemento a nuestra disposición que cumplió su cometido gracias en gran medida a la laboriosa preparación por parte de nuestros hermanos priostes y vestidores que hicieron lo imposible para que todo encajara cual composición artística..



Y en un plano más personal son precisamente los momentos derivados de esta preparación algunos de los que de forma más material también atesoro con gran cariño en mi interior. El momento de entrar en la Colegiata con nuestro paso repleto de plásticos y embalajes de mudanza, el traslado nocturno y subida al paso de Nuestro Titular entre nuestros anfitriones y hermanos del Gran Poder y por supuesto la mágica noche del sábado 20 de Agosto cuando en la capilla reservada al titular madrileño cargado con la Cruz, Jesús Despojado y María Magdalena eran colocados en su interior para regocijo de todo aquel que al día siguiente se acercada a la dominical Eucaristía y que sin duda favoreció de una manera muy particular a profundizar en el interior de tantos y tantos admiradores.




Momentos sin duda de mucho trabajo, ilusión y convivencia que sirvieron cual pilares del testimonio de compromiso para ser enlace entre hermanos, peregrinos y fieles que proyectaban sus pensamientos más personales en Jesús Despojado.




Este es mi particular resumen de la participación en Madrid, que no es otro que servimos para lo que desde un principio fuimos concebidos, y que tal vez sea la verdadera grandeza que debamos explotar en el seno de nuestra hermandad.



Alberto Medina-Auñón - HJD.

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