martes, 1 de noviembre de 2011

el recuerdo de María Angustias Olmedilla (I)

La llegada de Jesús Despojado a la Colegiata de San Isidro




Muchos de vosotros no sabréis nada de cómo fue la llegada de Nuestro Titular y del resto de imágenes y enseres a Madrid y a la sede en la que nos quedaríamos durante diez días. Imagino que habéis visto alguna foto en internet; pero no os podéis hacer una idea de lo que realmente se vivió allí. Ya que tuve la enorme fortuna de poder vivirlo en primera persona, desde aquí os lo quiero contar a todos para que podáis saber, aunque sea un poquito, la magnitud de ese día. Es imposible narrar todas y cada una de las experiencias y momentos que se produjeron en la Colegiata e incluso en la calle. Esto solo es una parte porque hay cantidad de detalles, historias, circunstancia,… que vivimos y que para los que estuvimos allí, nunca se podrán borrar de nuestra mente ni de nuestro corazón. Pienso que a todos os gustará saber cómo se desarrolló esa jornada y esa es la razón que me llevó en su día a escribir esto. Espero que mi relato os haga sentir un poquito las mismas sensaciones que tuvimos aquel día en Madrid.
En Granada se despedía a Jesús Despojado y fueron muchos los que aquella noche se acercaron a despedirlo y a dejarle una última oración en San Emilio ante su Madre del Dulce Nombre. Sé que más de uno se emocionó y no era para menos...



Tras meses y meses de preparativos, llamadas, preocupaciones y miles de cosas, llegó el día en que Jesús Despojado dejaba Granada para ir a Madrid. Dicen que en la parroquia no se cabía y mira que faltó gente que no pudimos estar allí. Estábamos ante algo extraordinario. Jamás a ninguno de los que fundó esta Hermandad, ni a nadie, se les pasó por la cabeza que un hecho de este calibre se pudiera producir y mucho menos que nos iba a tocar de pleno y, encima, que todo esto nos estuviese pasando en nuestro 25 aniversario fundacional. Esta Hermandad es muy joven; pero tiene mucho criterio y sabe hacer las cosas con gusto. Hace más de un año y pico que nos embarcamos en esta aventura y no me arrepiento en absoluto. No sé si tuvimos más o menos críticas… Me da igual. La recompensa obtenida es tan grande que no me importa nada lo que pueda decir cualquiera, que seguramente, ni se ha molestado en saber nada de lo vivido en Madrid.



Atrás queda la madrugada en que Jesús Despojado ponía rumbo hacia la capital. Muchos corazones estaban inquietos ante lo que suponía un traslado de tal magnitud. En Madrid lo esperábamos con ganas. Mirabas la hora e intentabas imaginar lo que estaría sucediendo en Granada. Daba pena no poder presenciar esos momentos de Hermandad; pero ese sentimiento se compensaba al saber que por la mañana serías tu el que lo iba a recibir. Algo por dentro te hacía sentir que estábamos a punto de vivir grandes instantes en esos días que nos marcarían para siempre. Y no nos equivocábamos...



Los primeros rayos de luz le daban un color especial al alba del viernes. A esas horas, el incompleto grupo de priostía descansaba a la espera de la llegada del resto de componentes. Hubo tres personas del equipo que casi sin tiempo de despedir al Señor en Granada, cogieron un autobús camino a Madrid. A su llegada tuvieron a bien ir en busca de los demás y a tempranas horas de la mañana, con voces melodiosas y celestiales, hicieron de despertador para todos los que estábamos durmiendo.



Por fin el equipo estaba al completo. Granada llegaba a Madrid y en la Colegiata de San Isidro la priostía recibía el testigo. Hicimos nuestras todas esas oraciones, peticiones,… teniéndolo a Él como principio y fin de nuestro trabajo. Nos pusimos manos a la obra sabiendo que todo lo que nos aguardaba en esos días era un regalo de Dios que merecía la pena vivir. Parecerá una tontería; pero encontrarte en una ciudad que no conoces esperando que llegue el Señor y que de repente veas aparecer los camiones, me emocionó muchísimo. El sueño empezaba y había muchas ganas de vivirlo.



Instalarnos en la Colegiata no fue fácil. La bajada del paso era complicada y pese a la gran ayuda de la gente de la Hermandad del Gran Poder de Madrid, no quedó otra más que desmontar el cajón para poder moverlo. Allí estábamos, en plena calle Toledo, con la policía controlando el tráfico y no sé cuanta gente quitando tornillos sin parar. En ese momento, ni nos podíamos imaginar que entre destornilladores, taladros, tornillos y muchas botellas de agua, pudiera surgir una amistad tan grande entre nuestros hermanos de Madrid y la gente del Despojado.



Se trabajó en equipo a pesar de no conocernos y se trabajó muy bien y rápido. Hubo un momento de incredulidad extrema cuando en pleno desmontaje comenzó a llover… ¡Tuvimos que sacar el plástico! Menos mal que fueron cuatro gotas; pero para alguno supuso el diluvio universal. Vamos, que en pleno Agosto te llueva justo cuando el paso está casi sin tablones parecía de chiste. A más de uno se nos pasó por la cabeza que si las JMJ iban a ser como este comienzo con tantos inconvenientes aquello se nos iba a hacer muy largo; pero nada, las mayores dificultades se quedaron en esa mañana y a partir de ahí todo fue perfecto.



En cuestión de unas horas el paso estaba listo para entrar en la que sería su sede por unos días. Las chicotás no fueron las mejores que ha tenido este misterio; pero que nadie dude del corazón, esfuerzo, ganas, sentimiento,... de cada uno de los que iba debajo. A la gente que por un rato cogió el palo de este misterio, incluso aquellos que no pudieron por tener que irse a trabajar a pesar de estar allí desde las 10 de la mañana, GRACIAS. Para mí, alguien que va a ayudarte desinteresadamente, que al final no puede y que no deja de disculparse porque se tiene que ir, merece mi agradecimiento. Fue más de un costalero del Gran Poder y Esperanza Macarena los que me lo decían y mi respuesta siempre fue "que demasiado era lo que estaban haciendo por nosotros". Sé que para más de uno fue un placer, incluso un sueño, poder meterse en el paso y llevarlo hasta el crucero de la Colegiata. La actitud y predisposición de todos ellos fue un ejemplo de HERMANDAD y para los que veníamos de tan lejos, encontrarte tan bien acogido y con tanta ayuda nos hizo sentir en casa.



No hay palabras para explicar ciertos momentos, todavía no me los creo. Cómo explicar la entrada del paso en la Colegiata y verlo andar por el pasillo central. Cuando lo dejaron en el crucero, cómo se podía ver tan pequeño un misterio tan grande. Fueron instantes de emoción. Por fin, siendo casi la hora de comer del viernes 12 de Agosto, el misterio del Despojado estaba colocado en su sitio. Increíble.



Mientras que con el paso ocurría todo esto, el otro camión no se quedó atrás. Lo primero de todo, en cuanto se tuvo el lugar acondicionado en San Isidro, se trasladó al Señor. Impresionaba ver el cajón, da igual que no fuera la primera vez, lo seguía haciendo. Y en un abrir y cerrar de ojos, con la ayuda de todos, el camión se descargó. ¡Jamás olvidaré como iban llegando cajas a la sala que ocupábamos y cómo iba organizándolo todo! Aquí póstula, allí tulipas, al lado la cera, las varas ordenadas por clases,… Las virtudes (sibilas) fueron al columbario que allí estaban más fresquitas. Este sitio lo compartieron con maniquetas, esquinas, remates,… y los madroños y granadas muy bien extendidos para que no tuviesen tanta humedad. Con el Señor se dejaron el resto de imágenes. Por último, los tablones del cajón del paso se guardaron en otra sala, ¡cómo olvidar este lugar y los buenos momentos que pasamos allí! Además, lo fresquito que se estaba para pinchar la flor o lo que fuese. Vaya ratos de risas y reuniones que tuvimos allí. Llegó a ser nuestro refugio cuando no se podían dar muchas vueltas por la Colegiata ya fuera por misas u otras circunstancias…




La tarde pasó volando. Aún hoy me sorprendo de la velocidad con la que se montó el misterio. Todo iba bien y no era para menos. ¡Qué gran trabajo estaba haciendo mi equipo de priostía! Por mucho que la gente se lo intente imaginar, no creo que nadie pueda hacerse una idea del trabajo que se hizo. Solo los que lo vivimos y los que lo compartieron con nosotros in situ, sabemos el día tan duro y tenso que pasamos. ¡Qué orgullo de priostía! Llevamos tiempo trabajando juntos; pero el ejemplo de respeto hacia lo que se estaba haciendo, el buen hacer de cada uno de ellos,... fue espectacular. Gente en la que confiar a ciegas.



Momentos de intimidad hubo y fueron muy intensos y emocionantes. Reunido el equipo de priostía se abrió el cajón del Señor. Cuando lo ví… se hizo el silencio en mi interior. Volver a tenerlo frente a frente me hizo sentir en casa. En el fondo de mí sabía que las JMJ y todo lo que suponía ir a Madrid valía la pena; pero en aquel momento supe que todo lo que me había imaginado, que no era poco, se quedaba corto al comprobar todo lo bueno, que en tan pocas horas, estábamos viviendo. La primera oración ante Él fue especial. El Padrenuestro que se rezó iba cargado de muchas ilusiones, deseos, peticiones, esperanzas, agradecimientos,… Tal recogimiento emocionaba. Y tras nosotros, el primer encuentro entre Jesús Despojado y nuestros hermanos del Gran Poder. Yo no puedo expresar lo que ellos sintieron, aunque me hago una leve idea. Lo que sí sé es que no dejó indiferente a ninguno de ellos. De la mayoría, aún ni me sabía sus nombres, ni siquiera había cruzado una palabra; pero eso era lo de menos viendo la actitud y el grandísimo respeto que mostraron ante Él. No es que no me lo esperase, todo lo contrario; pero el clima que se creó era impresionante.



El día tuvo su punto culmen cuando hubo que subir a su paso de misterio a Jesús Despojado y a María Magdalena. Yo no sé las veces que habré podido ver ese momento; pero aquel día sentí algo nuevo. A mi alrededor ví caras de emoción, caras que reflejaban un sentimiento muy profundo. Jesús Despojado caló, y muy hondo, en el corazón de los que allí estaban. No podré olvidar las miradas de algunos de ellos ni tampoco los comentarios que nos hacían.



Y este día dio para mucho, mucho más. Un día muy duro, de mucho esfuerzo que se compensó con la satisfacción plena de ver el trabajo bien hecho, con gusto, respeto, sabiendo trabajar en equipo y humildad. En la memoria quedan recuerdos, anécdotas, comentarios, historias, personas,... pero sobretodo, queda el CARIÑO. Cómo agradecer tanto a nuestra gente de Madrid, a nuestros hermanos y amigos que se volcaron con unos recién llegados. Su casa fue nuestra casa y ahora somos una familia.

1 comentario:

  1. Lo tuyo si que ha sido Pasión de verdad de la "guena", de esa que se mete en las entrañas de por vida, gracias por acortar kilómetros y por enseñarme a sentir.

    Un beso, Anabel Robles.

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